Historia
Las Hermanas Clarisas Franciscanas Misioneras del S. Sacramento, pertenecen a la Congregación fundada en 1898 por Madre Serafina Farolfi con el fin de vivir la espiritualidad y la regla de Santa Clara, excluyendo la clausura, pero entregando la propia vida a Dios en la tarea de la educación, sobre todo en las misiones.
La expansión de la Congregación fue larga y dura. Hoy su semilla se hace presente en distintas partes del mundo: Italia, India, África, Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, Rumanía y España.
La Hermana Julieta Ramos, brasileña, fue la Superiora del primer grupo de la pequeña comunidad formada por Sor Adolfina, Sor Felice y Sor Fulgenzia. Las tres italianas llegaron a la ciudad de Palencia el 24 de Agosto de 1965, procedentes de Italia, con un objetivo muy concreto: la educación de niños y jóvenes en un colegio apostólico y hacer intercambio con las hermanas de América Latina.
Los primeros quince días las acogen en su casa las Hermanas Hospitalarias del Psiquiátrico de San Luís, en espera de que los Padres Franciscanos arreglen el garaje del Seminario para que las hermanas se instalen allí.
El Obispo concede la autorización para que se establezcan en dicho Seminario y trabajen en los distintos servicios del mismo. Mientras tanto, la Superiora, que era la encargada de la Pastoral vocacional, iba por los pueblos y ciudades de Castilla y León, llegando también a la región de Asturias, con el fin de evangelizar y propagar la nueva misión que deseaban implantar en Palencia.

Dice Jesús: «Quien busca encuentra y a quien llama se le abre.» Y así, poniendo siempre la confianza en Dios, compraron el terreno para construir el colegio. Fue muy difícil conseguirlo y también difícil y costoso financiarlo.
El día a día de las hermanas no era nada sencillo, la dificultad del idioma, de las costumbres, se encontraban en tierra extranjera… se hacía duro continuar con tantas dificultades y estrecheces, pero se animaban y se repetían frases que las ayudaban en los momentos más oscuros.
El carisma de Madre Serafina lo tenían en el corazón: «No pensar sólo en sí mismos, sino dedicarse a los demás, porque quien ama a Dios lleva el mundo en el corazón.»
La primera piedra del colegio se puso y bendijo el 17 de Abril de 1966. Es un día entrañable para todos los presentes. Se lee en las actas: «Se la ofrecemos a Dios por todos los dones que nos concede y nos concederá en esta tierra española.»
Los proyectos del colegio fueron continuamente estudiados, ampliando las instalaciones y realizando esta obra de Dios para dar respuesta a las exigencias sociales y educativas del momento.
El 3 de Noviembre del mismo año llegan otras tres hermanas: Sor Lidia, de Brasil, y Sor Inmaculada con Sor Camila, de Italia. La comunidad, ahora, es de seis Hermanas. «Sean bienvenidas nuestras hermanas –dice Sor Julieta–, alabado nuestro Señor Jesús. Así podremos juntas trabajar para su gloria. Nada es pequeño a los ojos de Dios: las cosas más pequeñas, hechas por amor, se revisten de la misma nobleza de Dios.»

Finalmente –se lee en las actas– estamos en nuestro colegio. Madre Serafina nos asista: «Día feliz y todo de Dios». «Yo quiero a Jesús sólo y su divina voluntad, esto y nada más.» El Ministerio de Educación y Ciencia concede la autorización para empezar las clases en el nuevo Colegio Santa Clara de Asís y manda a las primeras tres profesoras, que colaboran en toda la tarea educativa con las Hermanas.
El 2 de Octubre de 1967 empezamos el curso con 186 alumnos de Educación Infantil y Primaria. Se da inicio, desde el principio, a reuniones con los padres: la relación colegio-familia es un objetivo importante en la educación de los alumnos.
Con la confianza en Dios que tenían estas primeras Hermanas y profesores, empezaban el camino de formación que llega hasta nuestros días: proporcionar una Formación Humana y Profesional, que permita a nuestros alumnos un desarrollo personal equilibrado que garantice su inserción social y laboral. «Formar buenos cristianos, obedientes, ejemplares, óptimos ciudadanos, amantes del trabajo y del orden, útiles a sí mismos y a la sociedad.»


El camino continúa en la tarea educativa, con esperanza y entusiasmo, ofreciendo:
Al alumnado:
– Formación humana y cristiana sólida.
– Formación académica consistente.
– Formación técnica actualizada y acorde con las necesidades laborales del momento.
A las familias:
– Apoyo y orientación de cara a la educación integral de sus hijos.
A todos los miembros de la comunidad:
– Posibilidad de desarrollar al máximo su potencial profesional y personal.
Todo ello mediante un equipo de profesionales innovadores, capacitados y comprometidos con la filosofía educativa del centro y contando con unos medios materiales adecuados a la realidad del momento.
A lo largo de estos años, nuestro colegio ha tenido que acomodarse a la Política Educativa del momento y a los diferentes Sistemas de Enseñanza.
La misión educativa sigue haciendo camino…